
20 de Abril que fecha más bonita.¡Que bien suena! Debe ser por la musicalidad que tiene por la que se ha utilizado (que yo conozca) en al menos dos canciones. Una supongo que todos la conocéis o recordáis “la cabaña del turbo” ¿Quién no ha tenido una “cabaña” en su juventud?
La otra es; A quién corresponda de Serrat.
Y puestas hablar de canciones. Hoy contaré mi historia con una. Tal vez con la que más me ha emocionado en un concierto - y he ido a unos cuantos.
Fue en un concierto que Antonio Vega dio por aquí hace dos años, y fuimos a ver algunas amigas al pueblo natal de Lorca , para conmemorar el nacimiento del poeta.
El concierto no empezó a esa hora tan taurina y tan poética de las cinco en punto de la tarde, sino sobre las 22.30 en la plaza del pueblo, con una temperatura veraniega y una brisa que traía olor a flores y otras hierbas, cuando se encendieron las luces del escenario y salieron los músicos. Una vez acomodados a sus instrumentos apareció Antonio tras el escenario. Su aspecto bastante deteriorado, algo decrepito, a mi me pareció bastante viejo. Era la fiel imagen del Yonky que fue y será . Se sentó en su taburete cogió el micro, agacho la cabeza y como si se tratara de un ritual de música clásica, hasta que el director no marco el compás y de su voz salió la primera frase no sonó la primera nota. Y ahí comenzó mi introspección.
Recuerdo que canto; lucha de gigantes , azul, a trabajos forzados, la chica de ayer. Mis amigas lloraron en casi todas, pero yo me perdí en una de las primeras “El sitio de mi recreo” . Supongo que para cualquiera, esta canción le hace transportarse a los recuerdos de su infancia. Pero aquel día gran parte de la mía, de mi infancia ,estaba contenida en el mismo espacio en el que cualquier oído en aquel instante estuviera percibiendo algún eco de aquella melodía, justo en aquel mismo lugar. Entonces me recordé debajo de aquel escenario ( el de mi hogar) jugando a la rayuela, al escondite, al pilla-pilla, los helados que me compraba mi madre en el kiosco, el camino de la escuela, una pelota de naranjito, a mi abuela esperando el autobús, la noria en la que me subía en la feria, mis amigos, el primer niño del que me enamore, y la primera niña también, los demás conciertos, mi pandilla,...
Cuando la canción llego a la estrofa donde dice, volveré a ese lugar donde nací. A mí no me quedo más que con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, decir:
-He vuelto al lugar donde nací.
La canción duro unos cuatro minutos, pero hasta una hora después no volví “abrir los ojos”.
Ahora, cada vez que la escucho tengo una extraña sensación. Es como si hubiera acabado allí. Ahora al oírla, cuando me asaltan los recuerdos solo puedo situarme en aquel día y desde aquel escenario es desde donde comienzo a recordar. Esta canción no ha vuelto a generar ningún otro recuerdo en mi y la he escuchado otras tantas veces. Es quizás por esto, por lo que la elegí como dirección de la Bitácora y es por esto que hoy hablo de ella, quién sabe si para rescatarla o para anclarla definitivamente.
Silencio, brisa y cordura, dan al aliento a mi locura.